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Le Mesnil-le-Roi, tierra de culturas

A la historia de Mesnil-le-Roi se le atribuyen 1000 leyendas, especialmente por la influencia de la cercana ciudad de Saint-Germain, que hizo que muchos reyes cruzasen su suelo a lo largo de los siglos.

De lo que estamos seguros es de que en el siglo XV, las tierras de Mesnil pertenecían a la burguesía de París o a oficiales reales, de este modo podían alojarse cerca de la corte donde ejercían su cargo. Le Mesnil sigue conservando en la actualidad el recuerdo de aquellos tiempos lejanos con la denominación de sus barrios o aldeas, a saber: Le Belloy, La Maisonneuve, Le Clos de la Salle, Vaux, La Borde.

Pero Le Mesnil no es solo una tierra donde vivieron personajes históricos, académicos y escritores, sino más bien una tierra de culturas. Así pues, esta ciudad a orillas del Sena es la más poblada y la más próspera gracias a su mercado semanal y sus dos ferias anuales.
Auténtica tierra nutricia, Le Mesnil rebosa de oro, el oro que son sus vergeles, sus vides, sus piedras.
Las ciruelas, que crecían a la sombra de la aldea de Le Mesnil, se exportaron a Londres hasta principios del siglo XX. Su vid, situada en una ladera, fue la protagonista en la mesa real a partir de la Edad Media, pero terminó por desaparecer por completo tras la Segunda Guerra Mundial. Hasta finales del siglo XIX, las canteras de Le Mesnil abastecían a las construcciones circundantes y parisinas.

Durante siglos, el municipio conservó su lado campestre acompañado de llanuras y vergeles. Hoy en día se conserva más si cabe este aspecto y se valora con la aparición de la pradera municipal de Le Mesnil, donde se ha desarrollado una importante biodiversidad. Ponis, cabras, colmenas y orillas del Sena alegran a las familias que vienen a aventurarse.

Disfrutad de un paseo para descubrir la iglesia de San Vicente y comer en uno de los dos restaurantes italianos de la localidad.