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Bañarse en la luz en el Désert de Retz

Al borde del bosque de Marly se encuentra un sorprendente parque de fabriques: el Désert de Retz. Situado en el límite del bosque de Marly, lejos del ruido de la ciudad y de las miradas de los paseantes, este parque paisajista del siglo XVIIIᵉ no es solo un jardín, sino una oda a la maravilla y a la luz de épocas pasadas. Creado por François Nicolas Henri Racine de Monville, refleja tanto el Siglo de las Luces como un arte de vivir en el que la naturaleza se funde con lo imaginario. En este recorrido, apreciará la belleza de este entorno virgen, donde árboles y fábricas notables rivalizan en grandeza para sumergirle en el corazón del siglo XVIII, el Siglo de las Luces. El Désert de Retz es la promesa de una experiencia inspiradora y energizante.

Un caso de luz el lugar perfecto para alejarse de todo

El Désert de Retz no es un desierto en sentido estricto. Es un jardín anglochino, a imagen de los sueños de evasión del siglo XVIII. Este lugar es un himno a la luz: la luz que brilla a través del follaje de los árboles centenarios, se refleja en los estanques y juega con las poéticas ruinas diseminadas por el parque.

La arquitectura aquí no es sólo funcional: es escenificada. Cada elemento del parque, ya sea la Columna Destruida, la Casa de Hielo Piramidal o el Templo a Pan, parece captar y reflejar una luz misteriosa, como congelada en el tiempo. Estas construcciones, apodadas «fabriques», estaban destinadas a estimular la imaginación de los visitantes, ofreciéndoles al mismo tiempo sorprendentes juegos de luces y sombras.

Parque de las Maravillas.

Un viaje en el Siglo de las Luces

Este parque es una auténtica inmersión en el Siglo de las Luces, una época en la que se buscaba conciliar naturaleza y razón. La disposición de las fabriques, la disposición de los espacios e incluso los sinuosos senderos del jardín cuentan una historia: la historia de la luz que guía, ilumina e inspira. Cada paseo se convierte en un descubrimiento. Cuando el sol se filtra entre los árboles o acaricia las paredes de las fabriques, uno no puede evitar dejarse transportar por la belleza del momento. Es una luz viva, casi mágica, que transforma un simple paseo en un viaje sensorial.

Una invitación para relajarse y reflexionar

Visitar el Désert de Retz es entablar un diálogo con la naturaleza, con el arte y con uno mismo. Se puede pasear por aquí para soñar, para inspirarse o simplemente para disfrutar de la calma y la luz relajante que bañan el parque. Y para los aficionados a la fotografía, este lugar es un tesoro inagotable. Cada ángulo ofrece una nueva perspectiva, cada rayo de sol redibuja los contornos de las fabriques, y cada estación transforma el parque en un lienzo viviente.

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©Oti Sgbs Jda7345
La bella idea

El mejor momento para captar la luz en el Désert de Retz es sin duda el otoño, cuando el suave sol de octubre adorna de oro y fuego los contornos de este asombroso lugar.

Emilie

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