El Désert de Retz no es un desierto en sentido estricto. Es un jardín anglochino, a imagen de los sueños de evasión del siglo XVIII. Este lugar es un himno a la luz: la luz que brilla a través del follaje de los árboles centenarios, se refleja en los estanques y juega con las poéticas ruinas diseminadas por el parque.
La arquitectura aquí no es sólo funcional: es escenificada. Cada elemento del parque, ya sea la Columna Destruida, la Casa de Hielo Piramidal o el Templo a Pan, parece captar y reflejar una luz misteriosa, como congelada en el tiempo. Estas construcciones, apodadas «fabriques», estaban destinadas a estimular la imaginación de los visitantes, ofreciéndoles al mismo tiempo sorprendentes juegos de luces y sombras.
Parque de las Maravillas.