Un poco de historia
El auténtico pueblo de Louveciennes
Pequeño pueblo agrícola que cultivaba árboles frutales y viñas en las laderas del Sena, Louveciennes despegó con la llegada de Luis XIV y la construcción de la Máquina de Marly.
En efecto, en el siglo XVII, Luis XIV construyó el castillo de Marly y trasladó su corte a Versalles; a partir de entonces, otros castillos, entre ellos el de Le Pont, el de Voisins y el de Madame du Barry, se construyeron en el municipio, conocido como Luciennes, llamado así en la época.
La vida cotidiana del municipio volvió a dar un vuelco con la llegada de la Máquina de Marly a finales del siglo XVII. Las aguas del Sena, extraídas de Bougival, se bombeaban a través de tuberías que atravesaban el territorio comunal hasta el acueducto diseñado por Jules Hardouin-Mansart y Robert de Cotte.
El ferrocarril construido a finales del siglo XIX completó el enlace entre París y Louveciennes, propiciando la llegada de numerosas personalidades de la escena cultural.
A muchos pintores impresionistas les gusta venir a pintar sus paisajes, y escultores, escritores, periodistas y músicos vienen a disfrutar de la tranquilidad de la ciudad durante sus escapadas. Algunos incluso decidieron fijar aquí su residencia, como el mariscal Joffre, que ahora descansa en la finca de La Châtaigneraie, en las colinas que dominan la ciudad.
El pueblo de Louveciennes también cuenta con numerosos espacios verdes en los que relajarse. Podrá explorarlos gracias, en particular, al sendero de los Árboles Notables creado por el municipio, que el 3 de abril de 2013 recibió la etiqueta de Árbol Notable de Francia de manos de la asociación A.R.B.R.E.S. Estos árboles notables tienen entre 150 años, los más jóvenes, y 400 años, los castaños más viejos. Hay doce especies diferentes (secuoya gigante, cedro, ciprés calvo, haya, tulipero, tilo, ginkgo biloba, plátano, castaño, pino y roble) repartidas por todo el municipio. Cinco de ellas se encuentran en el Parc des Trois Grilles.
También podrá disfrutar del patrimonio arquitectónico que le ofrece este pequeño pueblo, así como aprovechar para degustar la comida tradicional en alguno de sus restaurantes o, para los más fiesteros, prolongar la velada en uno de los dos clubes cercanos a la localidad.



